El alcalde de la ciudad de Osaka, la segunda más importante de Japón, después de Tokio, no quiere que los trabajadores públicos lleven tatuajes. Dada la cultura del país todavía hay quien asocia los dibujos sobre la piel con los temidos yakuza, la mafia japonesa, que llevan gran parte de su cuerpo tatuado. ¿Pero, qué pasa en España? ¿Existe algún tipo de presión o prejuicio hacia los tatuados? ¿Se les discrimina laboralmente?
"Está superperseguido", dice Juan Francisco Sanz, de la Asociación de Tatuadores y Anilladores de España, ATAES, que relata cómo algunos clientes le han comentado que en las entrevistas de trabajo les han preguntado por los tatuajes que tienen. Este profesional que lleva la cabeza completamente rapada y tatuada confiesa que en España no ha tenido problemas para entrar en ninguna piscina o playa, como sí pasa, por ejemplo, en Japón, pero sí se ha encontrado un sitio donde le prohibieron la entrada por su aspecto: el Vaticano. "En cuanto me vieron me echaron para atrás", dice.
Curiosamente, sin embargo, el Tattoo Center de Malasaña reconoce que ha aumentado el número de personas que acuden a su centro para quitarse tatuajes por motivos laborales. "Se trata sobre todo de modelos que se los hicieron de adolescentes y ahora tienen que trabajar y prefieren no tener nada", explica Silvia. También acuden jóvenes que preparan las pruebas de ingreso al cuerpo de Policía o a la Guardia Civil y prefieren eliminar los dibujos visibles para evitar problemas.Como confirman en los centros de tatuaje muchos jóvenes que aspiran a entrar en los Cuerpos de Seguridad del Estado eliminan sus tatuajes para evitar problemas, pero tanto la Guardia Civil como la Policía Nacional admiten los tatuajes si no afectan "al decoro de llevar el uniforme", dicen en la Policía Nacional, y si "no son ostentosos, demasiado visibles y no van en contra de los valores y la imagen del Cuerpo", dicen desde la Guardia Civil.
En el Ejército no hay problemas para lucir tatuajes.